Hoy en día, la expresión “crisis de ansiedad” (o “ataque de ansiedad”) forma parte de nuestro vocabulario más común. Es frecuente encontrarnos a un conocido o a un personaje famoso hablando sobre cómo ha sufrido una o varias crisis de ansiedad. Y muchas veces podemos preguntarnos nosotros mismos si ese nerviosismo que hemos experimentado en un momento dado, o esas sensaciones extrañas que han aparecido en nuestro cuerpo en un momento de tensión, constituyen una crisis de ansiedad. ¿Cómo podemos saber si hemos tenido realmente una?
De acuerdo con el DSM-5, el manual para diagnóstico oficial publicado por la APA (American Psychiatric Association), un ataque de pánico (el nombre que en términos psicológicos denomina a lo que comúnmente llamamos crisis de ansiedad) se define como la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:
- Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblor o sacudidas.
- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueos).
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
- Miedo a perder el control o de “volverse loco”.
- Miedo a morir
El ataque de pánico, por tanto, es un episodio de ansiedad muy intensa, hasta el punto de que la persona que lo sufre puede llegar a sentir que está a punto de morir Una sensación tan terrible que se debe a los síntomas físicos que la ansiedad puede llegar a provocar (sudoración, ahogo, taquicardia…) y que fácilmente pueden resultar confundidos con síntomas provocados por un infarto, por un ictus, etc. Otras veces, la sensación suele ser igualmente angustiosa, pero en lugar de pensar en la muerte, la persona que sufre el ataque puede llegar a pensar que está perdiendo el control sobre su propio cuerpo. En este sentido, dos de los síntomas que pueden provocar mayor extrañeza son la despersonalización (sentirnos a nosotros mismos como si realmente no fuéramos nosotros, como si fuéramos otros) o la desrealización (sentir que la realidad no es auténticamente real, como si estuviéramos viviendo una especie de sueño o película). Quien los sufre puede llegar a pensar que se está volviendo loco al experimentar sensaciones tan chocantes y tan fuera de lo común. Sin embargo, estos síntomas no indican, ni mucho menos, un trastorno mental grave. Pese a la vistosidad y a la extrañeza de los mismos, son meros efectos de la ansiedad. Y la ansiedad se puede tratar con una terapia eficaz.
¿Te has sentido identificado con el contenido de este post? ¿Padeces con frecuencia alguno de los síntomas que se han mencionado? Si es así, podemos tratarlos. Podemos ayudarte. No dudes en consultar.