El conocido psicólogo, filósofo y neurólogo francés Pierre Janet (1859 -1947) publicó en los años 1926 y 1928 las dos partes de una obra titulada De la angustia al éxtasis. Entre otras ideas interesantes, en su trabajo Janet pasa revista a aquellos sentimientos que todas las personas, en general, experimentamos con respecto a nuestros actos, nuestras tareas y nuestro trabajo. Estas emociones resultarían de crucial importancia, porque explicarían cómo cada uno de nosotros regula su esfuerzo. Para el psicólogo francés, estos sentimientos se reducían únicamente a cuatro, a saber:
–Sentimiento de esfuerzo o de aceleración del acto. Se trata de ese sentimiento que experimentamos cuando nuestro interior parece llamarnos a no rendirnos, a poner en marcha todas nuestras energías (incluso nuestras energías de reserva, si fuera necesario) para conseguir un objetivo.
–Sentimiento de fatiga. Nuestras emociones nos avisan de que hemos agotado temporalmente nuestra energía, y nos llevan a realizar una pausa a modo de descanso. Se trata sólo de eso, de un descanso destinado a recuperar fuerzas para volver a nuestros proyectos. Es una pausa útil previa a volver a intentar alcanzar nuestros objetivos.
–Sentimiento de triunfo. No sería otra cosa que la reacción de triunfo que experimentamos cuando hemos alcanzado alguno de nuestros objetivos. Es un sentimiento de satisfacción por el logro, que pone fin a nuestro esfuerzo por conseguirlo.
–Sentimiento de fracaso y angustia. Tras diversos intentos sin éxito por conseguir un objetivo, aparece la sensación de frustración y de abandono. Nuestro interior nos dice que, como último recurso, debemos abandonar nuestro propósito porque ya no podemos más. Nuestra empresa ha resultado ser un gasto excesivo de tiempo o de energía. Para evitar agotarnos, debemos abandonar.
Pues bien, para Janet, aquello que caracteriza al carácter obsesivo es, precisamente, su dificultad para experimentar las reacciones que permiten dar por finalizado un proyecto, objetivo o trabajo (los sentimientos de triunfo y de fracaso), quedando siempre atrapado entre los sentimientos de esfuerzo (aceleración) y fatiga. A la persona con un carácter obsesivo le es muy difícil experimentar una sensación de éxito completo. Siempre se juzgará muy duramente, siempre pensará que lo podría haber hecho mejor, que podría haber conseguido más, que el triunfo no es total. Siempre piensa que hay algo por hacer, que la tarea no está terminada o que un proyecto mejor le aguarda. La otra cara de la moneda es que la persona con un carácter obsesivo, de la misma manera, tampoco se da nunca por vencida. Cuando sus planes fallan, siempre tendrá a mano un plan B, o un plan C, o un plan D… Es propio de este carácter mantener gran tenacidad ante las dificultades de la vida.
Si sumamos estos dos hechos, ¿qué es lo que obtenemos? Que las personas con un carácter obsesivo se hallan continuamente en la lucha, en la vorágine de la vida. No pueden parar. Lo cual facilita la aparición de estrés, fatiga, frustración… No obstante, el carácter obsesivo no es una patología ni algo que deba ser radicalmente transformado. Como todas las formas de personalidad, nos aporta ventajas en determinados contextos y desventajas en otros. Por ello, es importante que conozcamos nuestra forma de ser y de reaccionar para que podamos obtener de ella el máximo partido.
¿Te sientes identificado con el contenido de esta entrada? ¿Crees que te sucede algo parecido? Podemos ayudarte a sacar el máximo partido a tu personalidad y a tu forma de ser. No dudes en consultar.
No conocía ese libro de Janet. Muchas gracias por la referencia. Sin duda, parece muy apropiado para los tiempos que corren.
Coincido en que se puede sacar partido de nuestra forma de ser, incluidos nuestros puntos débiles.
Enhorabuena por la entrada, ¡y por el blog!
¡Muchas gracias por tu comentario, Rebeca! Efectivamente, se trata de ser plenamente conscientes de nuestra forma de ser y de sacarle todo el partido posible.
¡¡¡Interesante entrada!!!
La obsesión, tratada de este modo, invita a un «Aprovéchate a ti mismo». Seguro que los que nos rodean también pueden sacar partido de una personalidad de este estilo.
Gracias por compartir este tipo de reflexiones.
¡Muchas gracias, Durán! Efectivamente, las personas con este tipo de personalidad tienen mucho que aportar, tanto a los demás como a sí mismos.